¡FUERA LA DIRECTIVA EUROPEA DE LAS 65 HORAS SEMANALES! ¡QUIEREN HACERNOS RETROCEDER UN SIGLO! ¡QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS RICOS Y LOS BANQUEROS!
El pasado 9 de junio los Ministros de Trabajo de la Unión Europea aprobaron, sin ningún voto en contra, una “propuesta de modificación” de la actual Directiva sobre el tiempo de trabajo. Con ello pusieron en marcha un proceso que acabará en la votación del Parlamento europeo, en principio, el próximo 19 de diciembre.
¿QUÉ DICE LA DIRECTIVA?
Según la nueva propuesta de Directiva, los estados podrán permitir aumentos de la jornada de trabajo semanal hasta las 60-65 horas, que se aplicarían a través de pactos individuales entre el empresario/a y el trabajador/a, aunque los convenios fijen una jornada inferior. Esto representa la vuelta a jornadas “legales” de 10 a 12 horas y seis días por semana. La propuesta de Directiva establece también que los períodos de descanso en las guardias de colectivos como el personal sanitario o bomberos dejarán de considerarse tiempo de trabajo efectivo.
POR QUÉ HAY QUE ECHAR ATRÁS ESTA PROPUESTA INFAME
Porque pretenden hacernos retroceder un siglo, invalidando la jornada máxima semanal de 48 horas que la OIT oficializó en 1917, tras una lucha larga, dura y llena de sacrificios del movimiento obrero internacional por la jornada de 8 horas.
Porque, al tratar de imponer el aumento de jornada mediante acuerdos individuales trabajador/a-empresa, atacan una de las mayores conquistas de la lucha sindical: el derecho de la clase trabajadora a la representación y la negociación colectiva, dejando al trabajador a merced de la empresa.
Porque, cuando están enviando a miles de trabajadores/as al paro, en lugar de reducir la jornada (empezando por las 35 horas) o bajar la edad de jubilación a los 60 años, es decir, trabajar menos para trabajar todos/as, pretenden prolongar la jornada, provocando aún más desempleo. .
Porque la Directiva es un instrumento para abaratar unos salarios ya devorados por la carestía de la vida.
Porque la prolongación de la jornada supone un aumento inevitable de la fatiga, que lleva forzosamente a un grave incremento de los problemas de salud laboral y de la siniestralidad.
Porque mientras los Gobiernos se llenan cínicamente la boca con la conciliación de la vida laboral con la vida familiar y personal, las jornadas de 10 y 12 horas de la Directiva la convierten en un sueño imposible, afectando en primer lugar a la mujer trabajadora.
Porque la prolongación de la jornada es un complemento necesario de las políticas de privatización de los Servicios Públicos, que van de la mano de su deterioro y de la precarización de las condiciones laborales.
Porque no es verdad que la Directiva sea algo lejano, que no nos afecta. Si se aprueba, su impacto será inmediato, aunque no se haya trasladado todavía a una ley española. Para empezar, la patronal podrá subcontratar personal de países donde la jornada de 60-65 horas haya sido legalizada. Nos chantajearán también desde el principio con amenazas de deslocalización a los países donde la Directiva esté ya implantada. Los empresarios individuales, además, tampoco tardarán mucho en aplicarla, al amparo del Tribunal Europeo de Justicia, aunque la ley española no se haya modificado, tal como sucede ahora con la Directiva Bolkestein.
La pretensión del capitalismo europeo es —si no lo impedimos— bien clara: comenzar por los países y sectores más desprotegidos (como los precarios y precarias y las personas inmigrantes) para acabar, al cabo de un tiempo, generalizando la prolongación de jornada a las nuevas generaciones.
Porque la Directiva no es algo aislado sino una pieza, sin duda fundamental, de la ofensiva de la Europa del capital. Viene de la mano de la Directiva de retorno contra millones de inmigrantes (a quienes presenta como culpables del desempleo), del plan Bolonia de privatización de la universidad, de la Directiva Bolkestein para liberalizar y privatizar los servicios públicos o de la permanente presión para alargar la edad de jubilación y recortar y privatizar las pensiones públicas.
La Unión Europea ha mostrado su carácter de instrumento del capitalismo europeo y el destino que éste nos depara. Estamos ante un sistema en que los adelantos tecnológicos no sirven para mejorar la vida de la población sino para devolvernos al peor pasado de explotación. Un sistema que, para sobrevivir, necesita cargar sobre nuestras espaldas las calamidades de la crisis que ellos mismos provocan, después de enriquecerse a nuestra costa.
NOS JUGAMOS MUCHO, HACE FALTA UNA HUELGA GENERAL EUROPEA DE 24 H.
Nada podemos esperar del Parlamento europeo, que aprobó en su día la Directiva de la vergüenza y que está en manos de los mismos gobiernos que promueven la Directiva de las 65 horas. Entre los promotores están los Berlusconi y Sarkozy, mano a mano con el Partido Laborista británico y la socialdemocracia alemana. El Gobierno Zapatero, que afirma estar en contra de la Directiva, no votó en contra sino que se abstuvo.
Una agresión de esta envergadura exige una respuesta contundente en toda Europa. La propuesta de la CES (Confederación Europea de Sindicatos, de la que forman parte CCOO y UGT) está muy lejos de lo que se necesita. Una barbaridad como ésta no se puede parar con presiones diplomáticas a eurodiputados y gobiernos, ni negociando “mejoras” de algo que es innegociable, ni limitando la movilización a protestas testimoniales. La jornada del 7 de octubre sólo tiene sentido como preparación de una huelga general de 24 horas antes de que el Parlamento europeo vote la Directiva. Convocar esta huelga general es la obligación de todas las fuerzas sindicales y en primerísimo lugar de la CES, sobre la que recae la principal responsabilidad.
Exigimos a los europarlamentarios el rechazo directo de la Directiva y al Gobierno Zapatero que, si de verdad se opone, haga un llamamiento urgente a su repudio y exija su inmediata retirada.
¡NO A LA DIRECTIVA DE LAS 65 HORAS!
¡SI A LAS 35 HORAS!
¡NO A LA EUROPA DEL CAPITAL!